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Al vuelo de anduriñas

25 años ha, de 30+ discos que

La siguiente lista comentada de 30+ álbumes publicados en 1997 y que, en consecuencia, cumplen 25 años obedece a dos sencillos criterios: que ofrecen algún tipo de novedad o aporte musical o estético y que en su mayoría los tuve y los tengo en mi discoteca en CD e influyeron en mi segunda juventud, ya de la mano de Verónica, cuya complicidad melómana está presente en todo momento.

En 1997, para quienes no hayan sido invitados, fue un año en el que se vivía esa tensión premilenaria a la que aludió Tricky justo un año antes; tensión que se dejaba sentir al menos desde 1995.

Un breve repaso nos recuerda que en 1995 se lanzó el sistema operativo Windows 95 de Microsoft, sistema que transformó el uso de las computadoras en todo el mundo, sin dejar de lado que la música de apertura del sistema la compuso el creador del ambient, Brian Eno.

En México, en 1997 se comenzaba a popularizar el uso del e-mail estrictamente personal. No sé si se debió a un protocolo de sistema, pero recuerdo que en mi trabajo de entonces me pidieron que el nombre sólo podía ser de 8 caracteres, ni uno más ni uno menos; se conectaba uno a internet por el módem telefónico y los monitores eran monocromáticos. 

1997 fue el año de la transición política en lo que aún se llamaba Distrito Federal. México vivía el día a día de una de las mayores crisis políticas y económicas, hábilmente manejada por Ernesto Zedillo. El neo zapatismo del Subcomandante Marcos gozaba de un creciente prestigio internacional y el Tratado de Libre Comercio aún no demostraba todas sus capacidades. Los gobernadores eran Priistas, salvo tres, incluyendo al futuro presidente Vicente Fox (PAN) en Guanajuato.

Lo que aún no sucedía también es de llamar la atención: las torres gemelas aún estaban en su lugar, las repúblicas ex soviéticas estaban en un precario acomodo o en franca guerra geno y fratricida (Yugoslavia); Yahoo! era el sitio de búsqueda por excelencia (Google no existía, iniciaría operaciones el año siguiente); el chat dominante era ICQ (1996); la gente leía libros (no blogs ni ebooks) o fotocopias; los teléfonos celulares eran eso, teléfonos; apenas iniciaban los juegos en móviles como el Snake de Nokia. Amazon tenía escasos tres años de existir y era una librería que vendía en internet libros físicos y Netflix no existía, íbamos al cine comercial o mejor, a la cineteca, a ver buen y mal cine. 

Había conciertos masivos de rock y pop, la música electrónica como el Techno, el House y derivados que venían de los años ochenta de Estados Unidos e Inglaterra se mantenían en circuitos underground; y la música electrónica europea estaba apenas despuntando para el mercado latinoamericano. La industria musical se difundió masivamente en CD (el vinilo estaba prácticamente desaparecido, el casete sí se vendía y el streaming no existía, incluso no existía Napster, tecnología que revolucionó -por no decir, destruyó- lo que se conocía hasta entonces como industria musical).

En ese año de 1997 sonaron como novedades en la radio y se vendían en las tiendas (físicas: Tower Records, MixUp, etc.). Demos un paseo parcial de lo que fue ese año para nosotros en lo que se refiere a música popular: pop, rock, metal, escénica, soundtracks, electrónica y variantes. 

Nota: el orden de la lista es cronológico, según las fechas oficiales de publicación; y a todos los discos vinculé al menos un enlace a YouTube. No obstante, recomiendo escuchar los que sean de interés en plataformas de audio en orden de calidad o acceso: streaming (Spotify, Apple Music, Tidal), cassettes, CD o vinilos, de ser el caso.  

Homework de Daft Punk (20 de enero): largas discusiones si este grupo, disco y canción tendrían algún tipo de futuro. Con la chocante y bellísima pieza, no sabría explicar por qué, “gané” una de tantas discusiones estéticas con Vero (casi siempre pierdo), y en ese 1997, con “Around the World”, comenzó el futuro. Ahora mismo ya está disponible la versión de aniversario de este disco.

Earthling de David Bowie (3 de febrero): en este disco número 20 de su carrera participó Gabrels Reeves (desde Tin Machine), Brian Eno y Trent Reznor (mira como atemoriza al inglés en “I'm Afraid of Americans”) (de NIN). Con una crítica más bien adversa y reticente, más enfocada a los primeros “Five Years” del artista, este disco me parece que aporta sonidos inimaginados con anterioridad, con voces más agudas, sonidos chillantes y una buena dosis de techno postindustrial para las pistas de baile. Por cierto, ese año vimos a Bowie en concierto en el Foro Sol. Inimaginable. (Cantó “O Superman” de Laurie Anderson).

Ultra de Depeche Mode (3 de febrero): con el paso del tiempo, parece que las canciones de este disco podrían soportar una gira en pleno 2022. No es que no tengan algo de polvo sobre sus piezas, pero seguramente es polvo estelar. A diferencia de muchas bandas de estos géneros que a veces deben actualizar a su frontman o cantante, DM cuenta con dos voces excepcionales. David Gaham es la inconfundible voz de esta banda electrónica, pero ¿nos damos cuenta cuando Martin Gore toma el micrófono? Pasamos de “Useless” con uno a  “Home” con el otro. Con solo dos conciertos como “gira”, este Ultra es excepcional.        

Blur de Blur (10 de febrero): volver a su sonido es un auténtico viaje en el tiempo y a aquel MTV que aún difundía videos musicales. Cómo no cantar (o intentarlo) con “Beetlebum”, gritar y agitarse en un movimiento sin sentido con “Song 2” o videojugarse el alma con esos sonidos pre-Gorillaz que es “On Your Own”, apenas un año antes de la aparición de la videobanda.

A Short Album About Love de The Divine Comedy (10 de febrero): este breve disco sobre el amor de estos peculiares irlandeses, sobre todo por su líder y cantante, el ahora cincuentón Neil Hannon, es la faceta amorosa de su disco anterior, Casanova, más explícito y carnal, como podemos adivinar. A short… Circuló en medios poco accesibles, pero el sencillo “Everybody Knows (Except You)” alcanzó cierta difusión en la radio nacional, aunque mi preferida ahora que lo escucho es sin duda “Someone”, a la crooner style (dejo acceso a versión en vivo).

Lost Highway, película de David Lynch. Soundtrack (18 de febrero): hecho a la media para la enigmática cinta de Lynch, el despliegue de talento musical es manifiesto: The Smashing Pumpkins, Marilyn Manson, Rammstein, Lou Read, NIN (“The Perfect Drug”), David Bowie (“I’m Deranged”), Barry Adamson y por supuesto Angelo Badalamenti (“Police”) (con el director desde Blue Velvet y Twin Peaks), todo producido por Trent Reznor.        

Orblivion de The Orb (24 de febrero): en el orden de publicación, sonó en la radio el sencillo “Toxygene”, insistiendo en samples y mezclas, con ese big beat urbano tan característico, con video caleidoscópico y saturado consecuentemente, propio de los recursos de la época. Un gran aporte a la electrónica de baile de ese abundante año.   

The Boatman's Call de Nick Cave (2 de marzo): número diez en su discografía. Es difícil decirlo, pero puede ser su mejor disco hasta ahora, y un primer verso basta para afirmarlo: “I don’t believe in an interventionist God” de “Into My Arms”. El resto del disco es la consecuencia de la belleza que cae nota a nota. Sin la violencia seductora de otros trabajos del australiano, deja de manifiesto su mayor talento que algún demiurgo le otorgó: la escritura de canciones de amor y su contrario. Una muestra: “There is a Kingdom”   

Pop de U2  (3 de marzo): ¡ufff! A la crítica: gustó mucho, poco, nada… A mí: me gustó, luego menos, casi nada. Buen disco. Lo tuve y lo escuché, pero los “rockeros”, que no estaban listos para la pista de baile, se fueron con la finta de “Discothèque”. No obstante, “Staring at the Sun” es memorable. Hay que decirlo… U2 se ha ido desdibujando y cada uno identifica el momento en el que esto comenzó a suceder.

Volcano Songs de Meredith Monk (11 de marzo): neoyorkina, su voz y su manera de crear e interpretar la música son únicas. Para tener una idea de lo que estamos hablando, escuchen su “Early Morning Melody” del gran disco Book of Days, o bien “Solos-Offering” de Volcano Songs. Monk es a la música vocal lo que DJ Shadow es al sampleo (quien por cierto samplea “Dolmen Music” de Meredith Monk en “Midnight in a Perfect World”).

¿Dónde jugarán las niñas? de Molotov (11 de marzo): primer trabajo del grupo, este disco significó mucho para la cultura popular en México. Hoy quizá no podría ser. Su música bien articulada y poderosa, transfronteriza en esencia, sirve de vehículo para las canciones que irrumpen el paisaje lírico más o menos convencional. ¿Ejemplos?: “Voto latino” o “Gimme de Power”, pero sobre todo “Mátate Teté”, “¿Por qué no te haces para allá?... al más allá” o “Puto” (y con esta canción Molotov debería abrir un partido de la FIFA).

Dig Your Own Hole de The Chemical Brothers (7 de abril): dejando de lado la calidad de este digno ejemplar del Big Beat, son imperdibles sus videos, que son nuestros, como “Elektrobank”, donde la sincronía imagen en movimiento y música son excepcionales.

In It for the Money de Supergrass (21 de abril): curiosamente, ¿o no?, el dinero lo es todo para los punks, claro que de manera distinta, quizá inversa, que para el resto de los mortales. Por eso este disco. Su sonido es envolvente, ríspido, aunque altamente melódico. Su éxito se debe quizá a que gusta a los oídos pop y punk por igual, ambos por las razones equivocadas, ¡qué se le va a hacer! Escuchemos el sencillo “Cheapskate”.   

Bricolage de Amon Tobin (19 de mayo): debió ser en MTV donde escuchamos esta primera entrega de Tobin como tal, junto con Aphex Twin y Future Sound of London, entre otros de su ralea. Su sonido es tan sorprendente como lo fue en su momento, y aún hoy, el de DJ Shadow en su Endtroducing de noviembre de 1996, apenas 6 meses antes del trabajo de este brasileño innovador. Una muestra de la síntesis de IDM y Trip Hop: “Wires & Snakes” o “One Day in My Garden”. 

Terror & Magnificence de John Harle, Elvis Costello, Sara Leonhard y Andy Sheppard (13 de mayo): este CD llegó a casa porque lo adquirimos en una cafebrería conocida de Polanco, lugar de asiduidad en aquellos años. Las decisiones giraban en torno a una sabia disposición del monetario y en esa ocasión ganó el que sería una de las colaboraciones más sólidas entre un músico popular con voz peculiar como Costello y la educada formación clásica de Harle. Escuchen esta hermosa canción de Shakespeare con la JH Band y el Balanescu Quartet, por si algo faltase: Come away, Death.

The Colour and The Shape de Foo Fighters (20 de mayo): es el primer disco (¿o el segundo?) de esta alineación tras el siucidio asistido de K. Cobain y la desintegración de Nirvana, la banda insignia del grunge. Aunque no logran desprenderse del sonido anterior (escuchen “Monkey Wrench”), es un buen comienzo de lo que ahora conocemos de una carrera más exitosa comercialmente que sólida en su propuesta musical. No obstante, David Grohl y equipo lograron canciones memorables y carismáticas, como “Everlong” o “My Hero”.    

Ok Computer de Radiohead (21 de mayo): se disputa los mejores lugares de las tablas mundiales como el mejor disco de todos los tiempos. Así es la calidad de este disco inesperado, insuperable, inaudito, como se demuestra en letra, música y video de “No surprises”. Y con “Exit Music (For a Film)”, en excelente versión de Brad Mehldau y su trío.

Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space de Spiritualized (16 de junio): competencia directa, ante la crítica musical del momento, de otros dos discos enormes como son el Ok Computer y Urban Hymns, los inspirados en las bebidas espirituosas como el Pernod y en el espacio sideral (en línea con una larga tradición inglesa (cf. Bowie, Pink Floyd o el mismo Radiohead), trazan estas 12 canciones de tintes filosóficos y una serie de texturas melódicas excepcionales. Del track que le da nombre al disco, o “Electricity”, “Broken heart” o “Cool waves”... Aunque sin temor a equivocarme, la cereza del pastel que se confunde con el pastel mismo es “Cop Shoot Cop”. Disfruten sus 17 minutos. 

The Fat of The Land de The Prodigy Ť (30 de junio): Parecía que después de Music for the Jilted Generation, su disco anterior, no podrían hacer algo mejor, hasta que apareció este, su tercer disco, que conquistó salones de baile, raves y festivales; con Breathe, QEPD Keith Flint.

Vanishing Point de Primal Scream (7 de julio): un año antes (aunque quizá lo escuché ese mismo año del 97) se publicó la película y soundtrack Trainspotting (Danny Boyle-Irvine Welsh). Sobra decir la importancia de esta banda sonora para los jóvenes que éramos ese año. Un desfile esquizo de descubrimientos y re-descubrimientos: Iggy Pop, Brian Eno, Lou Reed, Pulp, New Order, Blur y, claro, Primal Scream, con sus 10:36 en “Trainspotting”, parte del álbum que nos ocupa.      

Premiers Symptômes (EP) de Air (29 de julio): y comenzó doblemente con este par que, junto con DP, matizó ese duro sonido anglo al que estamos acostumbrados. Suavidad, cordura, electrónica ambiental, voces sintetizadas, retrospectiva estética y musical. De esto hablo: “Le soleil est près de moi”.

Be Here Now de Oasis (21 de agosto): pero este álbum parece ser el primero. Con éste en verdad nacieron. Retro-beatles, con sus peinaditos de los Hermanos, y la calvita de otro, y las chaquetas en D'You Know What I Mean? estilo militar, posbélico, industriodecadente, llamando a la insolencia propia de este gran grupo mancuniano que por fortuna ya no existe. Y no se pierdan la rollingstoniana “Be Here Now”. 

Let's Get Killed de David Holmes (8 de septiembre): resultado de exploración y pesquisas en tiendas de CD, es la aparición de este disco maravilloso y sorprendente. Ahora sé un poco más de Holmes y de su aporte como DJ y músico desde la electrónica para películas (imperdible la música de la trilogía Ocean's). Pero escuchen: Gritty Shaker de este gran disco. 

Forest for the Trees de Forest for the Trees (9 de septiembre): disco único, sonido único, mezclas inéditas, ambientes discordantes, ritmos locamente íntimos, voces melódicas, intervenidas, rapeadoras, rotas, como en “Dream”. El CD está en mi estantería desde entonces. Suena sin regularidad en casa, y cuando lo escucho pienso: “este todo y nada que es, según la crítica del álbum en su año, ¿se lo robó Madonna?  

Buena Vista Social Club de Ry Cooder (16 de septiembre): exquisita banda sonora, ya que el film de Wenders aunque es delicioso, lo es por la música que documenta. Es más “la cinta de la música” que “la música de la película”: vemos la música. Aunque es casi un trabajo arqueológico, Ry Cooder ayuda a revelar lo que el tiempo, pero sobre todo el régimen comunista tenía fosilizado desde la era de Batista. Sin espacio para hablar de todos, Compay Segundo, Rubén González, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo le dan dignidad a esa vida musical que va del son montuno y el bolero a las cálidas melodías tropicales con vaivenes de palmeras, es decir, de algo como “El cuarto de Tula” a “Murmullo”.    

Homogenic de Björk: otro disco que puede ser el mejor, desde muchos puntos de vista, de su compositora y cantante, del género, de la década. Porque es Islandia completa; porque es un aporte a la música conceptual, al pop lírico y a la música electrónica: bailable e intimista a la vez. Memorable es la “mise en abîme” de “Bachelorette”.

Dots and Loops de Stereolab (22 de septiembre): influenciados por un sinnúmero de estilos, esta banda retro inglesa significó con este disco un parteaguas en la forma en que escuchábamos rock: porque no lo era. Mezcla de sonidos analógicos y sintéticos, de armonías agradables y voces en francés, Stereolab reunió un tipo de post rock con la música de cine estilo Francis Lai, como se puede escuchar en “Miss Modular”.    

Urban Hymns de The Verve (29 de septiembre): su insolencia tuvo un precio. Richard Ashcroft y compañía comparten créditos con los imparables M. Jagger y K. Richards por un ejemplar sampleo, además de que el video de “Bitter Sweet Symphony” es altamente representativo de esos vándalos del britpop. No olvidemos a “Lucky man” (que no era el cantante), en esta versión en vivo.

Portishead de Portishead (30 de septiembre): el segundo de sus discos es mejor que el primero y no sé si un poco menos excepcional que el tercero. Los de Bristol, con Beth Gibbons a la voz, crean melodías, ritmos suaves, dub, scratch y todo lo hacen a la perfección. Juzgue en el video original: “All Mine” y uno en vivo: “All Mine - Live at Roseland NYC”.

Time Out of Mind de Bob Dylan (30 de septiembre): luego de vagar en un submundo de la fama, Dylan se encontró con el canadiense Daniel Lanois, quien lo produjo, y juntos crearon esta discreta obra maestra. Un tanto lejos de mi radar en aquel año su presencia fue clara, no obstante. El ahora Premio Nobel de Literatura, escribió esto en Not Dark Yet.

Soul of The Tango de Yo-Yo Ma (Piazzolla) (2 de octubre): Ma no es sólo un intérprete de música clásica, como Bowie, como Eno, Ma es una institución, es un continente, es un cosmos. Ma no busca, Ma encuentra. Un ejemplo es este disco del 97, donde presta su forma, existencia e instrumento para que Astor Piazzolla (1921-1992) nos hable de nuevo: del bandoneón al cello, cada una de las piezas del disco son una revelación y un misterio. De “Libertango” y “Milonga del Ángel” a “Regreso al amor”.      

Come to Daddy (EP) de Aphex Twin (6 de octubre): en otro orden de música, fuimos testigos en video (antes de YT, estaba MTV) del aterrador “Come to Daddy”, fabricante de pesadillas. No hay mucho más que decir, excepto que, a su manera, Richard D. James demostró al mundo el poder del IDM.

Around the Fur de Deftones (28 de octubre): con éste, el segundo de sus discos de estudio, la banda de California traza una línea clara para separarse del Metal (sin negarlo) y construir su propia identidad: poderosos y ruidosos a la vez que melódicos, la voz de Chino Moreno de la mano de los efectos de Frank Delgado. Con “My Own Summer” los Deftones se sumaron al soundtrack de The Matrix, junto a Ministry, The Prodigy, Rob Zombie, Rage Against the Machine et al., perfilando una genealogía musical y estética.     

Reload de Metallica (18 de noviembre): qué decir que se pueda decir. Tras el vidrio, en los controles estuvo nuevamente el canadiense (¡esos canadienses!) Bob Rock, como en el Black Album y Load. Omnipresente en 1998, ya que salió a finales del 97, cuenta con algunas peculiaridades, como la gran colaboración de Marianne Faithfull en The Memory Remains en video memorable; y la segunda parte de The Unforgiven, The Unforgiven II, con un video igualmente perturbador y la voz de Hetfield más profunda, clara y poderosa.

Hallway of the Gods de The Legendary Pink Dots (s/f 1997): apenas dos años antes, en diciembre de 1995, Vero y yo corrimos de un compromiso eclesiástico a la zona escultórica en Ciudad Universitaria, donde nos encontramos con nuestros amigos Carmen y Humberto, para ver y escuchar a los LPD, en la que parece ser la única vez que han venido a México. Este disco de 1997 fue su siguiente lanzamiento. Un tanto más íntimo, la psicodelia permanece, lo mismo que ese estilo oscuro, con algo de terror y siempre misterioso. La peculiar voz de Edward Ka-Spel unida a la música sin prejuicios característica del grupo, se mantiene vinculada, de muchas maneras, al sonido de grupos como Can o Neu!, Pink Floyd o David Bowie. Los dejo con “On High” y “Lucifer Landed”.

Texto: Paco Vasquez Twitter: @asiriax - Imagen: Twitter: @emperatriz07 Twitter: @EdicionesVos

FRANCISCO VASQUEZ