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Al vuelo de anduriñas

Ellen Allien : el número de la alienígena 0202022020

Comienza febrero de la mejor manera posible, con la divina Ellen Allien desde Berlín en los controles de las tornamesa para hacernos bailar frenéticamente durante más de 4 horas. Radiantemente rubia, sonreía y dialogaba conmigo (y algunos otros que por suerte y osadía se habían colocado al frente de la mesa).

Para quien no la conozca, Ellen es quizá la DJ más emblemática de Berlín desde la caída del Muro. Tenía escasos 9 años cuando Bowie compuso su "Heroes" y fue parte del auge del techno alemán de finales de los ochenta y principios de los noventa.

Compositora, DJ y productora, creadora del sello BPitch Control, ha impulsado ahora grandes como Modeselektor y Apparat (a quien vimos también en México el noviembre pasado en el Mutek).

Este primero de febrero no comenzó cuando el sol se metió, sino al punto de las 11 cuando DJ sueco,  abridor de la sesión, Olle Bergkvist comenzó a dar vida a decenas, después centenas de entusiastas del techno en sus más variadas frecuencias y estilos. Tres horas de Olle apenas fueron una demostración del enorme talento, sutil y enérgico, a ratos violento y cálido, del gélido y pequeño hombrecillo blanco con camiseta negra venido del frío polar sueco.

Enseguida, tres horas después, Ellen Allien apareció, ya en el ¿capicúa? 0202022020. A las dos de la mañana del día dos del mes dos del año del señor veinte veinte. Y así comenzó lo que fue una de las noches más demandantes de mi vida, siete horas de pie, sin ir al baño, con un cuarto de botella de tequila, sin mucha agua, bailando como se puede bailara el techno a mis 49, sudando, y sudando, y sudando.

No fui solo. Verito y Karim, sobrinos incansables de fiestas posmodernas, estuvieron ahí, al ritmo de Suecia, Detroit, Chicago, NYC y Berlín. Así como mi compañera (siempre) de bailes, Vero, quien hizo de todo, como siempre: bailó hasta sudar, escuchó la música siempre con ese sentido crítico que la caracteriza, identificando ritmos, melodías y sonidos, muchos sonidos venidos de las catacumbas del techo, del electro, del house y del IDM más variado y rico que hemos explorado juntos, intensamente, desde hace algunos años.

Además documentó la sesión, tomo fotos y video de las muchas horas de música y baile, del ánimo de Ellen; registró sus movimientos, sus habilidades en los controles, su forma de bailar y sonreír, de exigir que no le pegaran en la mesa de los controles, y su sonrisa transparente y generosa.

En punto de las 3:58, Ellen Allien me sonrió por última vez. Casi desde el inicio de su intervención hicimos contacto visual, luego me pidió opinión sobre la calidad del sonido (ella estaba segura de que algo andaba mal, yo no, así que sólo, a la distancia, levantaba el pulgar en sentido de aprobación o le decía en inglés, alemán y español "más o menos", con ese gesto de la mano tan universal que todos entendemos). Su gesto de respuesta, una carcajada insonora acompañada de una sonrisa de cierta complicidad. Luego ella a lo suyo.

Aunque me sentí privilegiado por el gesto de la DJ berlinesa, y Vero me decía "ándale, ya los vi coqueteando", lo cierto es que la ejecutante de los sonidos más sencillos y mágicos que puede ofrecernos una máquina, o una serie de máquinas, o una compleja red de algoritmos rítmicos, ella, Ellen, le sonreía a todos, de derecha a izquierda, con una generosidad y humanidad artística sólo comparable al dominio de su oficio, a su talento para hacernos sentir queridos, inteligentes y expertos en el baile y la música.}{

Paco Vásquez @asiriax

FRANCISCO VASQUEZ